JESSE OWENS Y HITLER

JESSE OWENS Y HITLER <br> <br>En cuando al mito de que Hitler denigró a Jesse Owens, supuestamente por no darle la mano, esto es claro FALSO, en realidad esto es lo que sucedió: Durante el primer día de las competencias Hitler estrecho manos con los jugadores victoriosos, pero esa misma tarde Hitler recibió un mensaje del Conde Henri de Baillet-Latour, presidente del Comité Olímpico Internacional, en dicho mensaje se le notificó a Hitler que él era meramente un invitado de honor en los juegos, y que, o saludaba a todos, o a ninguno, al menos en público, en privado podía saludar a los que quisiera, pero en público, o saludaba a todos o a ninguno. Hitler escogió obviamente no saludar a ninguno, ya que con 156 medallas de oro que serian otorgadas en varios lugares en diferentes momentos, no era fisicamente posible para Hitler el saludar a todos. Jesse Owens no fue personalmente felicitado por Hitler, pero tampoco lo fue ningún otro desde el segundo día en adelante, fuera el competidor blanco o negro... <br> <br>Owens, en su autobiografía (The Jesse Owens Story, de 1970), cuenta como posteriormente a su triunfo, Hitler le saludó: <br> <br>“Cuando pasé, el Canciller se levantó, me saludó con la mano y yo le devolví la señal. Pienso que los reporteros tuvieron mal gusto al criticar al hombre del momento en Alemania... Hitler no me ignoro, [Roosevelt] si, [Roosevelt] ni siquiera me envió un telegrama.” <br> <br>Owens fue aclamado por 110.000 personas en el Estadio Olímpico de Berlín y más tarde, muchos berlineses le pedían autógrafos cuando le veian por la calle. Durante su estancia en Alemania, a Owens se le permitió viajar y hospedarse en los mismos hoteles que los blancos, lo cual en ese momento no dejaba de ser una ironía, ya que los afroamericanos en los Estados Unidos no tenian igualdad de derechos. <br> <br>El “Negro” era tan querido y popular para el pueblo alemán, que no tuvo, después de la primera victoria, prácticamente más descanso, porque donde fuese tenía que dar autógrafos. Después de la victoria en los relevos, se vio obligado a cambiar de alojamiento para huir de la multitud de cazadores de autógrafos. Millares esperaban en fila del lado de afuera, en la Casa Bautzen en la Villa Olímpica.